El passat dissabte, a les 7es Jornadas Darianas organitzades per l'Associació d'Amistat amb San Miguelito, la meva mare va llegir la següent poesia de Rubén Darío en homenatge als nostres germans haitians:
Madrugada. En silencio reposa la gran
villa
donde de niño supe de cuentos y
consejas,
o asistí a serenatas de amor junto a
las rejas
de alguna novia bella, timorata y
sencilla.
El cielo lleno de constelaciones
brilla,
y su oriente disputan suaves luces
bermejas;
de pronto, un terremoto mueve las casas
viejas
y la gente en los patios y calles se
arrodilla,
medio desnuda, y clama: “¡Santo
Dios! ¡Santo fuerte!
¡Santo inmortal!” La tierra tiembla
a cada momento
¡Algo apocalíptico mano invisible
vierte!...
La atmósfera es pesada como el plomo.
No hay viento.
Y se diría que ha pasado la muerte
ante la impasividad del firmamento.
Rubén Darío. París, 1912.
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